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Razones Por Las Que Soy Pro-Vida

 

Imagen de un puño alzado con un pañuelo celeste, símbolo del movimiento pro-vida, atado en la muñeca.

Cayó Roe. Mientras escribo estas primeras líneas todavía estoy tratando de asimilar los acontecimientos de la semana pasada, en que la Corte Suprema de Estados Unidos anuló Roe vs. Wade, el fallo que había legalizado el aborto en todo el país en 1973. Obviamente no soy estadounidense, pero escuchar la noticia me hizo sentir sumamente contenta y esperanzada. Y aunque esto era algo que estaba esperando hace tiempo, cuando finalmente pasó todavía me tomó por sorpresa. De ahí mi atraso en digerir todo esto y poder escribirlo. ¡Por fin!

Y sí, soy pro-vida. Quienes me conocen en persona saben lo mucho que me apasiona este tema, y que he estado activa en el movimiento contra el aborto durante casi 10 años. Gracias a que hablo inglés, he podido forjar amistades de muchos lugares diferentes a través de organizaciones y grupos pro-vida en redes sociales, la gran mayoría de Estados Unidos. Por esa razón estuve muy pendiente de lo que estaba pasando, y de todos los eventos que terminaron en la decisión del tribunal. Lamentablemente, como este es un tema tan sumamente controvertido, tener esta postura me ha llevado a perder amistades y a ser excluida de varios círculos sociales con el paso de los años, algo que recién ahora me doy cuenta es casi inevitable cuando se lucha por cualquier causa. Muchas veces me he dado cuenta de que soy la única persona pro-vida en un sitio.

Aún así, como hay tantas personas que, aunque no son malintencionadas, todavía tienen prejuicios y se creen los estereotipo negativos que hay sobre la gente pro-vida, pensé que sería un buen momento para explicarles a los del otro lado (o simplemente a los que tienen esa curiosidad) un poco sobre por qué estoy en contra del aborto, con la esperanza de que puedan entender mejor mis motivaciones y quizás incluso encontrar puntos comunes conmigo. Aquí hay 6 razones.

El aborto es asesinato: Obviamente, esta es la razón principal por la que la gente se opone al aborto. Quizás no estaba tan claro en 1973, pero ahora sabemos, gracias a los avances tecnológicos y médicos, cómo en el momento de la concepción empieza la vida humana, al formarse el nuevo ADN. También sabemos cómo corazón comienza a latir a los 21 días, las ondas cerebrales se pueden medir a las 6 semanas y hay respuesta al sonido a las 16 semanas. Un feto puede escuchar, soñar, bostezar, chuparse el dedo y tener hipo dentro del vientre materno. ¿Cómo pueden estas cosas no ser señales de vida?

El aborto es supremacía: Una de las cosas que los partidarios del aborto argumentan con más frecuencia es que un feto no es capaz de sobrevivir sin su madre y que, por esa razón, ella debería poder terminar con esa vida si quiere. Personalmente, yo veo esto como opresión en estado puro, porque esencialmente dice que está bien si le hago daño a alguien que es más débil que yo sólo porque depende de mí. Si una persona es demasiado vulnerable como para defenderse, ¿no debería recibir más, y no menos protección? ¿Acaso la humanidad de nuestra sociedad no está determinada por cómo tratamos a los más débiles entre nosotros? Si la respuesta a eso es sí, el aborto está mal. Todos y todas tenemos la obligación moral de defender a quienes no pueden hacerlo por sí mismos, y eso incluye a los no nacidos.

El aborto es discriminatorio: Esta es la razón que originalmente me llevó a unirme a la causa. Las personas como yo, portadoras de condiciones de salud que pueden diagnosticarse prenatalmente, somos blanco constante de exterminio a través del aborto selectivo por discapacidad. En muchos países, la tasa de interrupción del embarazo cuando se descubre que el feto tiene síndrome de Down, espina bífida o incluso cosas menores como labio leporino es de hasta el 90 por ciento. Esto hace que el aborto sea la forma de discriminación más temprana y letal que enfrentamos en la comunidad de personas discapacitadas. El otro grupo importante que está en peligro de ser erradicado son las niñas, que son abortadas a un ritmo alarmante en culturas que tienen preferencia por los niños varones.

El aborto es machismo: Durante muchos años, el movimiento feminista ha luchado por que hombres y mujeres compartan las mismas responsabilidades en cuanto a la crianza de los hijos, y por eliminar la normativa de género que dice que es deber de la mujer quedarse en la casa. Pero cuando hay acceso al aborto, toda esa responsabilidad recae, otra vez, sobre los hombros de la mujer, al dejarle a ella la decisión impensable de tener o no a su hijo, mientras que el padre puede irse fácilmente sin tener que hacerse cargo de la vida que ayudó a crear. Todo lo que tiene que hacer es pasarle dinero a ella para pagar el aborto y después es libre de hacer lo que se le dé la gana. Lo que es todavía peor es que, por alguna razón, la narrativa ahora considera algo liberador que la mujer tome esta decisión sola y que el hombre no tenga ni voz ni voto, cuando debería ser lo contrario.

El aborto es capitalismo: Desde que se supo que podría pasar lo que pasó en la corte, un número enorme de empresas en Estados Unidos, como por ejemplo Amazon, se han ofrecido a cubrir todos los gastos de las trabajadoras que viajen al exterior para abortar. Y, sin embargo, estas mismas empresas son las primeras en negarse a acomodar a las empleadas embarazadas y con hijos, al no querer proporcionarles licencia de maternidad, servicios de salas cuna y horarios flexibles. Dicen que el aborto es una “opción” más, pero implícitamente lo imponen al no apoyar las otras alternativas porque les sale más barato no tener que adaptarse a las necesidades de sus trabajadoras. Honestamente, la idea de que los empleadores estén dispuestos a pagarle a una mujer para que se deshaga de su hijo y siga siendo productiva dice mucho sobre cómo este sistema patriarcal y misógino castiga la capacidad de dar vida que, típicamente, se considera propia de las mujeres.

El aborto es un parche: El movimiento pro-vida ha argumentado durante años que la gran mayoría de las mujeres que quieren abortar lo hacen por razones socioeconómicas, y ahora incluso los líderes proabortistas están de acuerdo. Según el Instituto Guttmacher, la antigua rama investigadora de Planned Parenthood (el proveedor de abortos más grande de Estados Unidos), el 75 % de esas mujeres dice que tener un bebé interferiría con su trabajo, su educación o su capacidad de cuidar a quienes dependen de ellas, el 69 % tiene una situación económica precaria y el 61% ya son madres. Esto significa que, más que una elección libre, interrumpir el embarazo es un último recurso. También nos dice que una vez que la mujer sale de la clínica, las situaciones que la llevaron a tomar la decisión siguen ahí, lo cual también explica por qué el 50% de los abortos son repetidos. Y aunque sabemos que ciertas circunstancias  son menos que ideales para que un niño nazca, eliminar a quién sufre en vez de eliminar el sufrimiento en sí no es más que una solución parche, que no hace absolutamente nada para abordar las causas de base de los problemas antes mencionados. La perspectiva pro-vida sugiere que la verdadera solución es un esfuerzo conjunto de la sociedad civil y los gobiernos para brindar a las madres y a sus hijos una red de apoyo social sólida y programas sociales destinados a ayudar a las familias que son más vulnerables.

Supongo que podría citar un millón de razones más, pero tuve que escribir este artículo casi sobre la marcha por lo rápido que pasó todo, así que estas son solo las más relevantes. La razón por la que decidí publicarlo ahora es porque por estos días las redes sociales están saturadas de opiniones y sentires de las personas respecto a este tema, y ​​los debates están más acalorados que nunca. Mientras que los que están a favor de la vida llaman a esto una victoria histórica para los no nacidos y para la protección de la vida, los que están a favor del aborto han calificado la decisión como una debacle, una tragedia y un ataque a los derechos de las mujeres. Y, sin embargo, independientemente de esas posiciones radicalmente diferentes, el nivel de violencia y toxicidad de los dos lados ha sido igualmente aberrante, por decir lo menos. Desde estereotipos hasta insultos y amenazas, es casi imposible defender la propia postura sin ser víctima de estas agresiones. Aun así espero, quizás ingenuamente, que estas palabras ayuden a crear oportunidades para discusiones sanas sin nociones preconcebidas ni malos entendidos, y sin involucrarse en comportamientos infantiles, groseros o violentos. Quizás las acciones dicen más que las palabras, pero las palabras que usamos también importan. Así que la próxima vez que estén en un debate sobre el aborto, acuérdense de eso.


Atentamente, una persona orgullosamente pro-vida.

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