Skip to main content

Homenaje A Sophie Scholl, A 80 Años De Su Muerte

Fotografía colorizada de Sophie Scholl. Es una mujer blanca, de pelo corto y castaño. Lleva una flor amarilla en la mano.


Nota: Cuando empecé este blog hace casi dos años, se suponía que esta iba a ser mi primera entrada. Había decidido escribirla con motivo del centenario del nacimiento de Sophie en mayo de 2021, pero justo cuando estaba redactándola una tarde me llegó la noticia de que mi abuelo había fallecido y nunca la terminé. Hasta ahora, había permanecido en el fondo de mi carpeta de borradores, con esa fecha marcando la última vez que se había editado, pero al darme cuenta de que el 80° aniversario de la muerte de Sophie era este año, decidí que esta era la oportunidad perfecta para publicar el homenaje a ella que originalmente había planeado.

El 22 de febrero de este año marca el 80° aniversario de la muerte de la activista política antinazi alemana Sophie Scholl, una de las líderes de la organización de resistencia intelectual no violenta "La Rosa Blanca". Probablemente la fecha pase casi desapercibida, aunque sospecho que se habrían llevado a cabo muchos homenajes públicos si no fuera por la guerra en Ucrania y la pandemia de COVID-19, que todavía está causando estragos en algunas partes de Alemania. Como Sophie es una de mis mayores heroínas personales, decidí dedicarle a ella uno de los primeras entradas en este blog.

Sophia Magdalena Scholl, apodada Sophie, nació el 9 de mayo de 1921 en la localidad de Forchtenberg, en lo que hoy es el estado de Baden-Württemberg, Alemania. La cuarta de seis hermanos, era hija de Robert Scholl, alcalde de su ciudad natal en el momento de su nacimiento, y su esposa Magdalena. Disfrutó de una infancia relativamente despreocupada con sus hermanos en un hogar profundamente  luterano, una fe que moldearía profundamente su visión del mundo más adelante. Desde una edad muy temprana le gustaba dibujar y era una ávida lectora. Cuando Sophie cumplió doce años, decidió unirse al Bund Deutscher Mädel (Liga de Chicas Alemanas), el ala femenina de las Juventudes Hitlerianas, después de ver que todas sus compañeras de curso estaban haciendo lo mismo y que si no, se quedaría aislada. Sin embargo, con el paso del tiempo, el entusiasmo que había mostrado en un principio se fue convirtiendo en crítica, especialmente cuando se dio cuenta de las opiniones disidentes de su padre sobre el Partido Nazi. Su hermano mayor, Hans, también se había desilusionado mucho durante su tiempo en las Juventudes Hitlerianas de lo que percibía como adoctrinamiento, y después de eso se unió a la clandestina Deutsche Jungenschaft (Movimiento Juvenil Alemán), lo que provocó que lo detuvieran en 1937. Esto dejó una fuerte impresión en Sophie, haciéndola cuestionarse todavía más la situación que se estaba desarrollando. Después de graduarse del colegio en 1940, cuando la guerra ya se había desatado, Sophie, a la que le gustaban mucho los niños, se puso a trabajar como parvularia en un jardín infantil, con la esperanza de evitar tener que hacer el Reichsarbeitsdienst (Servicio Nacional de Trabajo), que era un requisito para ingresar a la universidad. Desafortunadamente, su estrategia no funcionó y, después de un período de seis meses en el RAD como educadora de párvulos en Blumberg, obtuvo una visión más clara del escenario político y comenzó a practicar la resistencia no violenta en su vida diaria.

En mayo de 1942, Sophie se matriculó en la Universidad de Múnich a estudiar biología y filosofía. Hans, que ya era estudiante de medicina en el mismo campus, se había hecho amigo de dos literatos católicos que lo inspiraron a estudiar artes, filosofía y religión. También se hizo muy cercano a un grupo de otras personas dentro de la universidad que se oponían al régimen mortífero de Hitler, y no se demoró en presentarles a su hermana menor. Este grupo estaba formado por los estudiantes Willi Graf, Christoph Probst, Jürgen Wittenstein, Alexander Schmorell, Hans y el profesor Kurt Huber. Inspirándose en la Biblia, así como en filósofos como Novalis y poetas como Goethe, el grupo finalmente se decidió a actuar y, durante los meses siguientes, empezó a publicar una serie de panfletos anónimos exigiendo la caída del nacionalsocialismo, haciéndose llamar Die Weiße Rose ("La Rosa Blanca"). Sus actividades comenzaron oficialmente el 27 de junio de 1942, y en el primer mes Hans y Alexander Schmorell ya habían escrito los primeros cuatro. Con el tiempo, The White Rose creó un total de seis folletos. En total, La Rosa Blanca redactó seis panfletos, que fueron fotocopiados y distribuidos, con un total de aproximadamente 15,000 copias, alrededor de la Universidad de Múnich, además de ser enviados por correo a compañeros y profesores, dejados en cabinas telefónicas y llevados por mensajería a otras universidades. Sophie se convirtió en muy poco tiempo en un aporte muy valioso para el grupo, porque al ser mujer era mucho menos probable que las SS la capturara y le era más fácil salirse con la suya. También compartía material sobre la llamada “teología de la conciencia”, que era base de su línea de pensamiento, en las cartas que le enviaba a su novio, Fritz Hartnagel, quien estaba desplegado en el Frente Oriental.

Quizás el más famoso de todos los folletos publicados por La Rosa Blanca sea el segundo, que contenía las palabras: “Cada hombre desea ser absuelto de su complicidad; todos lo desean, luego se acuestan a dormir con la conciencia tranquila y limpia. Pero no puede absolverse. ¡Todo el mundo es culpable, culpable, culpable!”. Esto fue en respuesta a lo que se percibía como la complicidad de aquellos alemanes que eran plenamente conscientes de los horrores perpetrados por los nazis, pero que no decían nada contra ellos. El grupo afirmaba que la inercia era tan inmoral como apoyar directamente a los criminales, y que era necesario que más personas se involucraran en los esfuerzos contra la guerra si querían tener éxito. Esto es algo que todavía resuena en la actualidad, porque no es raro descubrir que las masas oprimidas tienen demasiado miedo de defenderse a sí mismas y a los demás.

Trágicamente, las heroicas acciones de La Rosa Blanca solo durarían unos meses antes de ser interrumpidas. El 18 de febrero de 1943, Sophie y Hans llevaron una maleta llena de panfletos a la cercana Universidad Ludwig Maximilian y dejaron varias pilas de copias en los pasillos vacíos mientras los estudiantes estaban en clase para que los encontraran apenas salieran de sus aularios. Cuando se iban, se dieron cuenta de que todavía tenían algunas copias sobrantes en la maleta y decidieron distribuirlas también. Fue entonces cuando Sophie fue avistada lanzando folletos por el atrio por un conserje que denunció el delito a la Gestapo, lo que llevó a que capturaran a los hermanos. Durante su interrogatorio, Sophie dijo que su conciencia la había obligado a oponerse pacíficamente al nazismo e intentó asumir toda la responsabilidad ella sola para proteger a los otros miembros de La Rosa Blanca, pero la evidencia apuntaba directamente a Christoph Probst, quien también fue detenido dos días después. Los tres acusados fueron sometidos a juicios ficticios ante el Volksgerichtshof (Tribunal Popular Nazi) y ninguno de ellos tuvo derecho a hablar, aunque Sophie interrumpió al juez en varias ocasiones. En las actas consta que dijo: “Después de todo, alguien tenía que empezar. Lo que escribimos y dijimos también es creído por muchos otros. Simplemente no se atreven a expresarse como lo hicimos nosotros”.

Sophie finalmente fue declarada culpable de alta traición el 22 de febrero de 1943 y ejecutada en la guillotina a las 5 de la tarde de ese mismo día, junto con Hans y Christoph Probst. Sus últimas palabras fueron: "¿Cómo podemos esperar que la rectitud prevalezca cuando casi nadie está dispuesto a entregarse individualmente a una causa justa? En un día tan hermoso y soleado y me toca partir, ¿pero cuántos tienen que morir en el campo de batalla en estos días, cuántas vidas jóvenes y prometedoras? ¿Qué importa mi muerte si a través de nosotros miles de personas son despertadas y puestas en acción?

Dicho y hecho, Sophie tenía razón. Cuatro meses después, en julio de 1943, una copia del sexto y último panfleto de La Rosa Blanca fue sacado  con éxito de Alemania a Inglaterra como contrabando y llegó a manos de las Fuerzas Aliadas, lo que terminó en que los aviones de la Royal Air Force lanzaran millones y millones de copias sobre Alemania con el título El Manifiesto de los Estudiantes de Múnich. De esa manera, muchas más personas conocieron la organización y su mensaje contra la guerra, yel grupo empezaron a hacerse famosos primero en Alemania y después en todo el mundo, mucho después de que sus miembros fundadores dejaran esta vida. Hoy en día, hay innumerables calles, colegios y otros lugares en Alemania que llevan el nombre de Sophie. La plaza donde se encuentra el salón central de la Universidad de Múnich fue renombrada Geschwister-Scholl-Platz (Plaza Hermanos Scholl).

Para mí, como una pacifista en tiempos actuales, Sophie sigue siendo el ejemplo atemporal de una mujer joven que se atrevió a hablar en contra de la violencia cuando casi nadie más lo hacía, con un nivel de pasión y compromiso que muchos de nosotros quisiéramos tener. De hecho, muchas de mis amigas dentro del movimiento pro-vida la consideran su principal modelo a seguir cuando se involucran en acciones de resistencia no violenta. También es recordada y admirada por muchos católicos, aunque lamentablemente no puede ser declarada oficialmente venerable por haber sido luterana. Independientemente de eso, definitivamente es alguien a quien constantemente trato de emular, y siempre me pregunto qué le preguntaría si pudiera verla sólo por cinco minutos. Si bien Sophie es autora de varias citas famosas, quería cerrar este artículo con mi favorita de todas, que desde entonces se ha convertido en una especie de lema personal para mí, y algo por lo que trato de guiarme todos los días:

"Defiende lo que crees, incluso si lo estás haciendo solo".

Comments

Popular posts from this blog

"La Audacia": Reseña de Novela

  El año pasado, mi gran amiga de varios años y antigua compañera de militancia feminista  Yasmín Gray (Chile, 1984) publicó su primera novela, La Audacia , un relato de tintes feministas y escrito a modo de thriller psicológico que yo, lógicamente, pedí como regalo de cumpleaños aprovechando que mi papá tenía que viajar a Santiago. Al recibirlo, decidí empezarlo el 1 de enero, sabiendo que a mediados de mes iba a reunirme con Yasmín para que me lo firmara. Resulta poco decir que me atrapó desde la primera página: prácticamente no pude soltarlo más, si bien a veces iba deteniendo la lectura por la naturaleza emocionalmente densa del texto. Decidí preguntarle a Yasmín si me daba permiso de escribir una reseña, y ella aceptó feliz, por lo que después de hacer mi mejor esfuerzo por hacerle justicia, hoy la publico con motivo del 8M, Día Internacional de la Mujer. La historia, que cuenta con 123 páginas, está contada en primera persona y se desarrolla con una cronología no lineal; los capí

Discapacidad y Maternidad: ¿Por Qué No?

  "¿Qué quieres ser cuando seas grande?" , es una pregunta que de chica escuché muchas veces, como cualquier otro niño. Y como es de esperarse, a lo largo de los años se me ocurrieron todo tipo de respuestas diferentes: princesa, veterinaria, diseñadora de moda, científica, ¡de todo! Pero por más ideas locas y completamente opuestas que tuviera respecto a lo que quería profesionalmente, hay una cosa que nunca cambió: mi deseo de ser mamá. Cuando era pequeña me encantaba jugar con mis muñecas y fingir que estaba embarazada escondiéndolas debajo de mi camisa, como estoy segura que a muchas otras niñas también les gustaba. Hace años tengo nombres escogidos, uno para niño y otro para niña. Lo único que me falta es la criatura. Durante mucho tiempo no pensé que mi condición física pudiera ser un potencial obstáculo para la maternidad. Fue sólo después de un incidente que tuve en mi último año del liceo que me empecé a cuestionar si eso era posible siquiera. Una de mis compañeras a

How Being Disabled Affected My Bodily Autonomy

A while ago, I decided to treat myself to a nice and long warm bath. I got in the tub, closed the curtain behind me and tried to make myself comfortable and enjoy the moment. Then, as I was applying shower gel all over, I began to take a closer look at my body, in its natural state, still wondering how it looked so womanly when I still felt like a young girl. It was not long before I realized that one thing had not changed: the numerous scars that cover it. I became increasingly upset as I became aware of the marks left behind by my dozen different surgeries, the evidence of so many traumatic experiences that were now carved in my skin for the rest of my life. Every glimpse of my naked body was a reminder of what I have been through. I felt like every look at my naked body was a reminder of all that I had been through. In the end I lay in the bathtub, with the water up to my ears and cried until I got out, feeling defeated and sad. Living inside my disabled body can be a constant battl